Lo primero que sabemos es observar la conducta o comportamiento de nuestros bebés y sorprendernos con cada cosa que observamos. Nos sorprenden sus manitos, sus piececitos, sus deditos, la perfección de los mismos. Esta es la primera experiencia que, además, nos produce mucha felicidad.
Otra cosa que observamos es su sonrisa y su llanto y aprendemos que hay muchas formas de llorar. A esto se le llama “el lenguaje del bebé”, pues a través de él comunica que tiene hambre, sueño, que está aburrido o que le duele algo. Los papis y mamis comprometidos afectivamente aprenden muy rápido a diferenciar las señales que dan los bebés y a satisfacer las necesidades específicas que demandan.
También observamos su curiosidad: miran, siguen los rostros, los objetos que se desplazan frente a ellos, luego exploran con sus juguetes, los tocan, los jalan, los tiran y se sorprenden con sus efectos. Como podemos ver, aprendemos mucho observando a nuestros niños. Ahora veamos qué cosas nuevas hay.